El
pasado 28 de noviembre Patricia Gómez, de la ONG VSF-Justicia Alimentaria
Global, se acercó a la biblioteca de Txomin Aresti para presentarnos la campaña
“Dame Veneno”. Nos habló sobre el modelo alimentario industrial actual y
nuestros hábitos de consumo. Los datos que nos expuso resultan bastante inquietantes
e invitan a reflexionar sobre la composición y la procedencia de lo que
comemos.
La presencia de alimentos procesados en la dieta ha aumentado, a escala global, un 43,7 % entre los años 2000 y 2013. De hecho, en el Estado español, el 70 % de nuestra alimentación cotidiana se basa ya en este tipo de productos. Esto lo ha facilitado la distribución a través de grandes superficies y el uso de la publicidad en todos sus formatos, trayendo consigo un incremento en la presencia de azúcares añadidos, sal y grasas insalubres, no siempre claramente indicados en el etiquetaje, cuando no deliberadamente omitidos.
Todo lo anterior se está relacionando con el aumento de enfermedades cardiovasculares, diabetes, algunos tipos de cáncer y obesidad, que suponen casi el 20% del gasto sanitario en el estado español. Es decir, que la alimentación, en lugar de ser fuente de salud y bienestar, se está convirtiendo en todo lo contrario.
Cabría
pensar que una alimentación variada, cercana y de temporada podría estar al
alcance de todos y todas, pero no es así. El estudio de VSF revela también que
un 44 % de la población no cuenta con poder adquisitivo suficiente que les
permita seguir las recomendaciones nutricionales indicadas por las autoridades
sanitarias para llevar una vida saludable.
Y si
además añadimos un enfoque desde la perspectiva de género, vemos que tanto la
brecha salarial como la laboral inciden de manera negativa especialmente sobre
las mujeres, transversalmente en todos los estratos sociales. Más allá de
causas biológicas, se reconocen diferencias en el estado de salud de mujeres y hombres
como efecto de las desigualdades producidas por factores construidos
socialmente.
Por
último, los devastadores efectos de éste tipo de alimentación no sólo afectan a
la salud de consumidores y consumidoras, sino también sobre sociedades
indígenas y ecosistemas remotos (y no tan remotos), donde se deforestan y se
degradan los suelos, instaurando monocultivos
y practicando una agricultura de insumos basada en el uso de pesticidas
y fertilizantes sintéticos, entre otras prácticas insostenibles. Por ejemplo,
hay estudios que muestran la pérdida de variedades vegetales que hace sólo cien
años eran cientos, y actualmente se pueden contar por decenas.
Nuestro
modo de vida actual ha causado una progresiva desconexión entre las personas y
los alimentos que consumimos. Muchas veces desconocemos su origen, variedad,
temporada, etc., y esto supone por añadidura la pérdida de cultura y tradición
gastronómicas.
Podemos
descargar el informe “Dame Veneno” en la web de VSF, en versión íntegra,
resumida y en forma de dossier (¡por si no disponemos de mucho tiempo!):
También
hay algunos documentales muy interesantes que nos invitan a reflexionar sobre alimentación:
“Nuestro
pan de cada día” (2008), de Nikolaus Geyhalter.
“Nosotros
alimentamos al mundo” (2005), de Erwin Wagenhofer
Y para
reflexionar con nuestras hijas y nuestros hijos, hay algunos libros
interesantes:
“¡Qué
rico! Todo lo que hay que saber sobre la comida”, de Editorial Siruela.
“Aventuras
y desventuras de los alimentos que cambiaron el mundo”, de Editorial
Afindecuentos